El pasado
24 de octubre, la prensa informó del hallazgo del único documento original del
conde Fernán González en la British Library de Londres. La práctica totalidad
de los conocimientos sobre Fernán González en particular, y sobre los hombres
de los reinos hispánicos altomedievales en general, resulta de pocos y fragmentarios escritos. Por ello estos personajes suelen ser empañados de
tintes fantásticos y legendarios. Junto al llamado “buen conde”, un claro
ejemplo de esta idealización es el caso de Rodrigo Díaz de Vivar, donde el mito y la realidad se confunden en
la figura histórica.
Lejos
de exaltar las fábulas y leyendas del conde castellano, dare-
mos una pequeña
visión sobre quién era Fernán Gon-
zález, por qué fue importante y qué influ-
encia tuvo en la sociedad leonesa
de la Hispania del siglo X.
Ciertamente se le conoce como el
padre de Castilla, por ser el que consiguió que este territorio Castella pasara de “pequeño rincón” a principado feudal.
El condado de Castilla en la época de Fernán González (siglo X), según E. González Díez. |
Entre los acontecimientos más
significativos de la evolución de Castilla hasta su constitución como formación
política independiente del reino leonés se halla la unificación, bajo el poder
del conde de Lara, de los condados de Lara, Burgos, Álava, Lantarón y Cerezo.
Fernán González, personaje épico de biografía incierta, se autotitulaba en el
año 932 comes totius Castelle.
Probablemente hijo de Gonzalo Fernández, el fundador de Lara, emparentó con la
dinastía navarra por su matrimonio con una hermana del rey García Sánchez I, y
también, pese a los enfrentamientos y rebeliones contra Ramiro II, con el rey
leonés al casarse Ordoño III con su hija Urraca. El por antonomasia conde de
Castilla supo aprovechar la inestabilidad interna y los problemas dinásticos
del reinado de León entre el año 951 y 962 para consolidar el particularismo y
la independencia práctica de los condados castellanos, los cuales después de su
unificación quedaron vinculados de modo hereditario al linaje de los Lara. Así
lo pone de manifiesto la sucesión al frente del gobierno del condado de Castilla
primero de su hijo García Fernández (970-995) y luego de su nieto Sancho Garcés
(995-1017). De acuerdo con la acertada expresión de S. de Moxó, Castilla
terminó adoptando la figura de un principado territorial, con una amplia y casi
total autonomía interna, aunque sin romper completamente el vínculo político
que la ligaba con los reyes de León. Castilla respetaba la soberanía teórica
leonesa y su supremacía jerárquica, pero de hecho el poder central de la Corte
quedaba eliminado desde el instante mismo en que se reconoció la sucesión
hereditaria del condado al morir Fernán González. Así pues, Castilla puede
considerarse como núcleo políticamente independiente a partir del último tercio
del siglo X. La independencia de Castilla era un hecho consumado.
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