lunes, 10 de diciembre de 2012

La emperatriz Marta de Constantinopla ante Alfonso X

ALFONSO X RECIBE A MARTA DE CONSTANTINOPLA
Año 1301 de la Era Hispánica.
Año 1263 del Señor.

 
Ramón Bayen. 1766.
Óleo sobre lienzo. 127 x 178 cm.
Museo de la Rea Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid, España.

 
***




La emperatriz de Constantinopla, huida de su casa y echada de su Imperio, vino a verse con el rey. Balduino, su marido y Justiniano Patriarca, echados que fueron de Grecia por las armas de Michael Paleólogo, en el camino, según se entiende, cayeron en manos del sultán de Egipto. La emperatriz, por nombre Marta, con el deseo que tenía de librar a su marido, concertó su rescate en treinta mil marcos de plata. Para juntar esta suma tan grande, fue primero a verse con el Padre Santo y rey de Francia. Últimamente llegada a Burgos (…), suplicó al rey, su primo, solamente por la tercera parte de esta suma. El rey se la dio toda entera (…).



Juan de Mariana. 1822. Historia General de España, tom. 8, 105-106. Madrid.



*   * * * * *   *
*


domingo, 9 de diciembre de 2012

Coronación del rey Wamba

LOS GRANDES ELIGEN REY A WAMBA
Año 710 de la Era Hispánica.
Año 672 del Señor.
 
 

Francisco de Paula Van Halen. ¿?
¿?. ¿? x ¿?
Museo de la Rea Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid, España.
 
 
***
 

Fue así que el rey Recesvinto murió en Gértigos (actualmente Wamba (Valladolid) en honor del rey sucesor de Recesvinto) no dejó hijos que le sucediesen, sus hermanos o por su edad o por otros respetos no fueron tenidos por suficientes para suceder en la corona. Por donde los grandes dignatarios civiles, militares y eclesiásticos se ajuntaron y por sus votos nombraron por sucesor en el reino a Wamba, hombre principal y que tenía el primer lugar en autoridad y privanza con los reyes pasados, demás que era diestro en las armas y de juicio muy acertado; y tan considerado en sus cosas y modesto, que en ninguna manera quería aceptar aquel cargo. Wamba, a quien el brillo de una corona deslumbraba muy poco, se excusaba de que su edad era avanzada; pedía con lágrimas no le cargasen sobre sus hombros peso tan grave. Consideraba con su gran prudencia que las aficiones del pueblo son vehementes, así bien son inconstantes y entre sí a las veces contrarias.

Como no desistiese ni se allanase, cierto capitán principal, hombre denodado, con la espada desnuda le amenazó de muerte si no aceptaba, por estas palabras: "¿Por ventura será justo que resistas a lo que toda la nación ha determinado, y antepongas tu reposo a la salud y contento de todos? En mucho tienes esos pocos años que te pueden quedar de vida, que con esta espada, si a la hora no te allanas, te quitaré yo y haré que pierdas la vida; por cuyo respeto rehúyes de tomar esta carga, y con tu muerte mostraré al mundo que ninguno debe, con color de modestia, tener en más su reposo particular que el pro común de todos."
 
Doblegóse Wamba con estas amenazas; pero de tal manera aceptó la elección, que no quiso dejarse ungir como era de costumbre antes de ir a Toledo. Pretendía reservar aquella honra para aquella ciudad, y con aquel espacio de tiempo entendía o que se mudarían las voluntades de los que le eligieron, o se ganarían las de todos los demás de guisa que no sucediese algún alboroto por la diversidad de pareceres. Con esto partió para Toledo, donde a veinte y nueve de setiembre fue ungido y coronado en la iglesia de San Pedro y San Pablo por el obispo Quirico que estaba cerca de la casa real. Juró ante todas cosas por expresas palabras de guardar las leyes del Reino y mirar por el bien común. –La crónica añade que en aquel momento una abeja, que fue vista por todos los circulantes, se levantó de la cabeza del rey y voló a lo alto, como señal de la futura felicidad de aquel reinado–.

 
Antonio del Villar, ed. 1862. Historia General de España y de sus Indias, tom. 2, 77-78. Madrid.
 
Juan de Mariana. 1822. Historia General de España, tom. 4, 248-249. Madrid.

 




 

*   * * * * *   *
*